Nacido en Corea del Sur, emigró a Manchuria y comenzó a practicar artes marciales desde los 9 años.
El enfrentarse a su padre, borracho y maltratador le confirió un
carácter rebelde, lo que se reflejó en su manera de entender las artes
marciales, mezclando diferentes estilos, con poco respeto por las tradiciones o la disciplina deportiva.
Fue en Japón donde comenzó su leyenda.
En 1942 se muda allí, y tras
fracasar en su intento de ser piloto (visto lo visto, salió ganando),
comenzó a estudiar diferentes artes marciales: boxeo, judo y finalmente, Karate, el estilo que le daría la fama, bajo diferentes maestros.
Fue su último sensei, Chojun Miyagi, el que le aconsejó retirarse a las montañas a entrenar.
Oyama entrenaba durante más de 12 horas diarias, siete días a la semana.
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